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El 2024, las gestiones que cambiaron y la opinión pública en Rosario

 

El año que se fue comenzó con dos cambios (Pullaro y Milei) y una continuidad, la del Javkin al frente del Palacio de los Leones.

Los cambios, como todo cambio, activan nuestras emociones. Para algunos, la incertidumbre, lo incierto del porvenir; para otros, la esperanza, la positividad, la confianza. Esto va para la vida personal, y también para la “vida” de las gestiones de gobierno.

A 4 meses de haber asumido, la nueva gestión provincial ya se ubicaba en el 35% de imagen positiva. Igual situación para el gobierno nacional, con el 29% de aprobación.

La continuidad del intendente se sintió con cierta neutralidad, no reflejándose ni extrema negatividad ni un desborde de optimismo.

Pasados los meses de “luna de miel”, las gestiones provinciales y nacionales consolidaron con creces los impulsos iniciales, fundamentalmente la de Pullaro con +24 puntos respecto a abril, y pisando el 60% de positividad. Estos meses fueron el resurgir de la gestión Javkin, con un despegue notable alcanzando valores no registrados en casi 3 años.

Para fines del año, los tres gobiernos bajaron los niveles de aprobación, pero sin llegar al piso del inicio de sus mandatos.

Lo nuevo, lo urgente y lo normativo hacen lo suyo en estos movimientos de opinión. Veamos cómo estos elementos repercuten en las gestiones provinciales y nacionales.

Pullaro ganó holgadamente la elección del 2023, por lo que las expectativas de su gestión eran elevadas. La Constitución provincial, lo sabemos, no permite la reelección del gobernador; entonces, siempre alguien nuevo está para tomar las riendas del gobierno. Lo nuevo y lo normativo, sumado a la “bomba” electoral, jugaron su papel en las expectativas positivas crecientes.

Y luego debía mostrar resultados. Lo urgente en Rosario era (es) la inseguridad. Y hubo resultados rápidos, tal y como lo pedían los tiempos. A la baja de los homicidios (dato duro de los registros públicos), se suma la disminución de la inseguridad en tanto cuestión socialmente problematizada. No desaparece ni mucho menos, pero hay una percepción de que el gobierno está en acción para enfrentarla.

 

La gestión de Milei se posicionó como lo novedoso en el sistema político establecido. Y jugó al límite dentro de ese sistema. “La casta” que pagará las consecuencias de las políticas del gobierno fue parte central del discurso de campaña y del discurso del gobierno ya en funciones. ¿Estrategia eficaz? En Rosario no. En las 3 mediciones hicimos el seguimiento de la frase “el ajuste lo está pagando la casta” y obtuvo entre el 9% y el 17% de aprobación. Poco y nada. Solo una prueba más de que el núcleo duro, los fanáticos, los militantes o los partidarios existen en todas las tribus.

El hartazgo de la sociedad hacia los debes de los gobiernos anteriores, de los políticos (tradicionales) y la corrupción lo blindaron frente a las críticas. De nuevo, otra frase nos da una pista en relación a la paciencia. “Hay que darle tiempo al gobierno de Milei” fue apoyada por el 42% en abril y por el 51% en agosto.

Y acá es donde entra a jugar lo urgente. Y lo urgente era bajar la inflación, objetivo que se está cumpliendo desde mayo. Este es el segundo elemento de apoyo (o de paciencia). Si bien la situación económica general, la inflación y el desempleo no desaparecieron de las preocupaciones ciudadanas (continúan en el primer lugar de problemas nacionales), el hecho de mostrar ese resultado lo fue todo. La pregunta es: ¿hasta cuándo le alcanzará?